Estreno
Festival Internacional de Teatro Granada ,1990
Coreografía
Sabine DahrendorfAlfonso Ordóñez
Escenografía
José MencheroSabine Dahrendorf
Música
Jean Luc Plouvier
Sonido
Albert García
Violín
Joan Morera
Intérpretes
Beatriz Fernández, Susana Castro, Amalia Cabeza, Nuria Català, Alfonso Ordoñez, Sabine Dahrendorf, Iosu Lezameta
Co-producción
- Mercat de les Flors, Barcelona
- Théàtre de la Ville Paris
- C.N.N.T.E. Madrid
- Künstlerhaus Mousonturm Frankfurt
Subvención
- Departament de Cultura de la Generalitat de Catalunya
- Area de Cultura de l'Ajuntament de Barcelona
- I.N.A.E.M. Ministerio de Cultura
Premios
- Premio ADE 1990
- Premi Ciutat de Barcelona 1991
El comienzo de este espectáculo gira en torno y hace alusión a las escenas de algunos cuadros y estampados que Goya realizó al inicio de su obra. Colores vivos y el dominio de una horizontalidad complaciente , torres humanas, juegos aparentemente ingeniosos y escenas de un costumbrismo vestido de una placidez obviamente equilibrada, pero a la vez engañosa, con pequeños desajustes y desequilibrios introduciendo lo que luego fue un tremendo vuelco de la percepción: la sordera del pintor que dejaba lugar a una mirada que sabia sacar a flote monstruosidades .
El cambio a una oscuridad tenebrosa, negros infinitos, la perdición de una aparente estabilidad ,cayéndose a la nada, la corrupción de lo que se postula como bello.
Remolinos de cuerpos mutilados , falsas y grotescas apariencias, la monstruosidad invadiendo el sueño o el sueño como monstruo de un insomnio atrapador, la perdición en una melancolía que atrapa como un cepo.
De repente un grabado: Aún aprendo y el cuadro La lechera de Bordeaux con otra luz, huella de otro sentir.
Decidimos que El cielo está enladrillado debería tener tres partes. Empezando con ingenua estabilidad, con algún traspiés, que de repente se convertiría en una constante perdición de equilibrio, un vértigo insoportable.
Un sube y baja sin fondo a culminar en un abandono de falsa conveniencia, como después de un vendaval huyendo del barco .
La imagen real que daría lugar a esto, tenía que ser un balancín gigantesco , un juguete desproporcionado, camuflado en el inicio del espectáculo como muro y luego traído a vista con toda su inmensidad, capaz de soportar acrobacias peligrosas en él, hasta ser desmontado a simple pasarela por donde se podía abandonar el lugar/escena.
El titulo y lo demás vino como consecuencia, un trabalenguas, tal como las coreografías, que partía de un conocido dicho popular.
Un poner en juego un espacio cambiándole constantemente las perspectivas, movimientos como un zerren y gezerrt werden ( tira y afloja violento) , equilibrios muy atrevidos , a punto de desmoronarse en un echar el cuerpo por la borda, un derroche sin fin. Juegos perversos disfrazados de infantil, un cúmulo de intensidades diferentes, saturación a tope, densidades diferentes, exageradas tensiones sin encontrar alivio .
(Alfonso Ordóñez, Sabine Dahrendorf)
Danat Danza: Los pinceles tienen alas en los pies
Casi pintan un cuadro. O un cuadro en movimiento. Toda alusión a Goya más o menos explícita: Harapos, lucha a garrotazos, gallina ciega. Además algo de nuestro pueblo y de nuestra plaza mayor: Gentes que van , que suben y bajan, el cielo pedigüeño y musiquero con su chacona insistente. Danat Danza baila la pintura más cerrada de nuestra historia: Con algún toque de humor en el gesto y algún ritmo de rag en el piano. Un lienzo vacío sólo salpicado de color y de sombras , preside el fondo de la escena. El columpio , casi impertinente en su presencia y en su balanza , es ponderación de los cuerpos y juego para todo lo inmaterial. Toda la primera parte de El Cielo está enladrillado es original y dinámico a veces rozando el ejercicio gimnástico. La buena imaginación y la riqueza de ideas surgen en la tapa y destapa, en el uso de lienzos como velos y sudarios; en el escarceo de pinceladas entre lo popular y lo infantil: allá la cucaña o la torre humana; acá la rueda-rueda o el aquí te pillo. Los colores apagados del traje, los jirones de saber antiguo; las luces viradas al crema van creando atmósferas tenues de azófar; donde los lances son más juegos que disputas.Para Danat Danza todo está en el juego de la pintura. Allí cabe la garrocha saltarina en la cucaña y barra gimnástica colectiva, la manta de lana que resiste a ser manteadora pero cubre una desnudez del torso; la mujer hecha muñeco de trapo, en una escena alardesca de flexibilidad corporal. (A. Molinari , Granada 1990)